sábado, 24 de noviembre de 2012

Lo escribiré al oído


Foto: Tato Gonçalves
Sé lo que estás pensando y no me atrevo a escribirlo en alto. Si lo hago, dirán que escriben mis pensamientos y no los tuyos. No vale esconderme detrás de tu mirada para ponerle palabras a ese deseo que hoy ocultas bajo el agua. Miras al objetivo de la cámara e intentas imaginar sus ojos detrás del visor, o mirando a la fotografía que luego llegará a su ordenador. Quieres sentirte deseada. No te importa desnudar tu cuerpo, pero te resistes a relajar la mirada por temor a dejar tus sentimientos al desnudo. Aunque tu piel reacciona a la temperatura del agua, hay una parte de ti que no sabe de fríos. Tímida dirás que te sientes como una mujer con el agua al cuello. Risas mientras, impacientes, aguardan a que la escena más explícita tenga lugar. Está bien, lo escribiré al oído. Me concentraré en el lector anónimo y dejaré que sea él/ella quien imagine dónde reposan tus manos, que adivine dónde quieres que se detengan las suyas. Le pediré que no se acerque, que te espere en las rocas, y que desde allí te mire salir del agua. Primero tus hombros, luego tus pechos, tu vientre, tu pubis, tus piernas. Entonces les dejaré a solas. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Azul oscuro



Foto: Tato Gonçalves
"Get a room!” les gritó un turista inglés que caminaba con su familia por el paseo marítimo. Ellos, bien por el desconocimiento de esta lengua, o por lo enredados que andaban con las suyas propias, ignoraron el imperativo. Yo les observaba desde hacía rato. Disimulaba mirando al ocaso mientras que de soslayo intentaba comprobar si efectivamente se trataba del padre de Alejandra, mi alumna mexicana de primero B, al que había visto en un par de ocasiones a la salida del colegio. En las aulas de primero de primaria no existen secretos. La historia de los papás de Alejandra nos la contó ella misma en la clase de ciencias sociales. Hablábamos de los distintos tipos de familia: las que tienen una mamá, las que tienen una mamá y un papá, las que tienen dos papás. Alejandra levantó la mano para exponer la suya. Desde que cumplió cinco años, nos dijo, tiene dos mamás y un papá: “Verá, maestra, es que mi papá se enamoró de una amiga de mi mamá; al principio mi mamá se enojó mucho y le botó de casa, pero mi mamá se quedó sin trabajo y le dijo que volviera; ahora mi papá duerme con mi segunda mamá en la recámara grande y mi mamá-mamá duerme conmigo en la chiquita; a veces hacen mucho ruido cuando duermen y nos despiertan; entonces a mi mamá le da la alergia y no para de sonarse; hay días que se levanta súper enojada y vuelve a pedirles que se vayan, pero siempre vuelven.” Acabada la detallada exposición, les entregué los botes de plastilina y cada uno comenzó a moldear a sus papás, mamás y hermanitos en colores amarillos, verdes, azules, rojos y naranjas. Alejandra se apoderó del azul oscuro. Por eso creo que tienen que ser ellos; son muy azul oscuro.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Otro abrazo

Foto: Tato Gonçalves
Palabras acaba de cumplir un año. Doce meses buscando términos que unas veces me ayudaran a convertir en ficción alguna verdad y otras, haciendo el camino inverso, tratando de convertir en verdadera alguna ficción. Ha sido un año de navegación sin brújula, de ahí que en ocasiones nos hayamos perdido durante semanas. En mi primer texto, Commuters, les conté cómo nació mi interés por la escritura. Fue precisamente el escritor real al que daba vida el personaje principal de ese relato, Santiago Gil, quien me animó a hacer públicos mis primeros textos. No lo pensé demasiado (¡cómo si no!) y creé este blog sin terminar de entender la razón que me empujaba a compartir mis Palabras. Meses más tarde, Rosa Montero en su columna de El País  me brindaba las suyas para Gustificar mi atrevimiento: "Para eso se escribe, se pinta, se compone una sonata. Para escapar del encierro de nuestra individualidad. Y para eso se lee, se va al cine, se escucha la música. Para unirnos a los demás, para saber que no estamos solos."
Hoy, aprovechando este aniversario, quisiera compartir con ustedes algunas de las curiosidades que las estadísticas de la plataforma de este blog me ofrecen. Una de ellas es la “clave de búsqueda” más utilizada, esa palabra que conduce a los internautas hasta este blog, y que no es otra que “abrazos”. A priori, puede parecer gratificante que un término tan afectuoso haya llevado al aterrizaje de 623 personas (¿?) a uno de mis textos; la mala noticia es que aterrizan en uno de los menos recomendables. Sin embargo, No se enamore, una de las cuatro historias que salvaría de este primer año, no aparece en la lista de las diez entradas más leídas (¿mi gusto no coincide con el de mis lectores?). Me cuesta interpretar también el reciente interés de los alemanes (!!) por mi relato favorito, No respires, lo que la ha convertido en la tercera entrada más  leída /visitada del año. Sí aparece en esa lista otra historia que superaría mi criba, Mujer en la bañera (¿buscadores de Antonio López cabreados?). Finalmente, Mimetismo, uno de mis últimos textos que podría leer en alto sin avergonzarme, lo ha leído apenas medio centenar de personas, aunque a mí me vale con que a Antonio Jiménez Paz y a otros ocho desconocidos sospechosos les guste. 
No puedo acabar esta entrada sin nombrar a los que ilustran e inspiran mis palabras, esos fotógrafos profesionales que me fían generosamente sus imágenes. Me ofrecen no solo inspiración, sino la tranquilidad de saber que si mis textos no son del agrado del lector, al menos podrá recrear la vista con sus obras: Marcos Bolaños, Alfonso Elvira, Joe C. Moreno y Todd Winters (mi gran inspirador), y una gran pintora, Judit Paz. Hoy me estreno con otro grande, Tato Gonçalves. Hace unos días la osada que hay en mí recurrió a él para pedirle otro abrazo, un abrazo dirigido a ustedes, lectores conocidos y anónimos, y el sabio que hay en él me mandó abrazar al mar. 
Un abrazo, marino, azul, cargado de Palabras. 
P.D. No, no me olvido. Gracias, Mar.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Miradas (historia en construcción)


Foto: María Brito



Yo lo miro.
Él la mira.
Ella las mira.
Otro los miró.
Ellos se miraban.
Tú los miras.
¿Me miran?